La idea de crear este blog surgió cuando, a finales de marzo de 2017, me llegó un email de HI Norge celebrando que por fin nos habían confirmado nuestro proyecto SVE. Eso significaba que en junio estaría viajando a Oslo, y que me quedaría allí durante un año entero creando y participando en actividades relacionadas con el turismo sostenible en Noruega para esa organización.
No sé cuántas veces repasé ese email, pero no fueron pocas. Por muchas veces que lo leyera, no acababa de procesar que todo eso me estuviera pasando realmente a mí.
Pero ahí estaba, en mi bandeja de entrada. Ese proyecto de voluntariado era real, y no podía (ni quería) detener lo que ya había comenzado a moverse.
Estaba en éxtasis, pero ahora tenía que centrarme y empezar a preparar tanto mis maletas como a mí misma para lo que venía. Lo único que tenía en mente en ese momento es que iba a ser mi primera vez en Noruega (y por mi situación personal en esa época, tristemente creía que también sería la última), así que tenía por seguro que iba a exprimir la experiencia al máximo.
Una de las tareas que me asignaron como voluntaria era la de grabar vídeos y escribir artículos sobre Noruega desde mi punto de vista como extranjera – pero tendría que hacerlo en inglés, así que mucha de la gente que es parte de mi vida no sería capaz de entender nada de lo que iba a compartir.
(Porque si eres un millennial de nacionalidad española como yo, recordarás todas las clases exhaustivas de inglés en el colegio y la exposición constante que tuvimos a ese idioma, ¿verdad? Yo tampoco).
Había decidido que, ya que iba a llevar este espacio como proyecto personal en paralelo al blog del que me encargaría durante mi voluntariado, lo iba a hacer en español. Quería mostrarle a mi gentecilla todo-todito-todo, y no iba a dejar que el idioma fuera una barrera.
Así que no solo hablaría sobre mi experiencia en el país, sino también sobre las oportunidades de voluntariado que había ido recopilando a lo largo de los años, y sobre cómo viajar de forma sostenible.
Vale, perfecto. Hasta ahí, bien…
… ahora el problema era por dónde empezar.
Porque no era (ni soy) experta en Noruega, ni había hecho tantos voluntariados por el mundo, y lamentablemente tampoco había tenido tantas oportunidades de viajar. Y qué coño, lo que yo quería de verdad era disfrutar a fondo de la oportunidad que se me había dado y compartir con el mundo lo que la vida me estaba ofreciendo sin tener que agobiarme de más por hacer la búsqueda perfecta de palabras clave para SEO, y sacar fotos maravillosas, y escribir rapidísimo y genialosamente como una pro. Ugh.
Ay Patri, que ya se te está haciendo bola y ni has empezado a morder…
Aun cuando la idea que tenía para este blog me quedaba demasiado grande y no me veía capaz de alcanzar esos estándares autoimpuestos, de igual forma seguí con el plan porque a cabezota no me gana nadie: recopilé información de todas las cosas que iba descubriendo y que me interesaban (aunque para otras personas fueran obvias o aburridas), saqué millones de fotos (pese a que la calidad fuese tirando a patatera), dibujé en mi cuaderno de bocetos cuando no me quedaba espacio en la cámara (para vergüenza mía, eso solía pasar muy a menudo) y viajé mucho (pero nunca me pareció suficiente).
Escribí algunas entradas con toda la información que tenía. Algunas de ellas las publiqué, otras no pasaron de borradores. Hubo varios de mis escritos que se convirtieron en postales garabateadas. La mayoría de veces solo enviaba fotos y pequeñas descripciones por WhatsApp para que mi gente supiera que seguía viva y estaba viviendo la vida loca (de forma moderada).
Mientras escribía o no escribía o me decidía a escribir en público, el tiempo pasaba. El proyecto de voluntariado, como todo lo que empieza, terminó. Así que, muy a mi pesar, tuve que regresar a España.
Pasaron los años, mis circunstancias personales cambiaron, y yo también cambié mucho. Lo que nunca cambió en todo este tiempo fue mi amor por Noruega.
El siguiente paso, el único y lógico, fue ahorrar todo lo que me fuera posible y comprar un billete de avión solo de ida. Fue una locura porque no lo planifiqué mucho, solo lo hice y ya. Hoy te puedo asegurar que, a pesar de todo el miedo que tuve al avanzar sola por este camino, no me arrepiento ni un segundo de haber hecho caso a mi instinto.
Ahora que llevo un par de años viviendo por aquí, quiero darle otra oportunidad a este rinconcito mío al que tanto cariño le tengo – pero esta vez, siendo más realista y honesta conmigo misma.
- Escribiré cuando y como me dé la gana porque, ¡sorpresa! – no soy «creadora de contenido», y esto no deja de ser un blog personal.
- Es más que obvio que seguiré viajando cuando mi trabajo (el que de momento me paga las facturas y financia mi sueño de vivir en el norte) me lo permita, y por supuesto te hablaré de algunos de esos viajes – pero no soy una agencia, así que lo-siento-no-lo-siento, pero no voy a organizarte los tuyos.
- Soy fiel defensora del turismo de barrio y del slow travel, así que por aquí verás muchas entradas aburridas y nada glamorosas porque Noruega no es solo fiordos y auroras boreales – pero te prometo que todas estarán redactadas con mucho amor y con mucho trabajo de investigación por detrás (ya irás viendo lo perfeccionista que puedo llegar a ser).
El caso es que voy a hacer un poco lo que me dé la gana en este espacio y me gustaría que tú, que has llegado hasta aquí, te quedes conmigo un poco más para ver cómo evoluciona todo esto.
Si tú también quieres descubrir Noruega, estás en el lugar correcto.
Velkommen!
↟↟↟↟
Foto: Saludando al lago Norefjorden. Robin fue muy paciente conmigo y detuvo el coche todas las veces que notó que los ojos me hacían chiribitas de más admirando el paisaje.